lunes, febrero 06, 2006

Un encuentro con Bata


Por Marisela Presa Sagué

Hospital provincial de Bata
La ciudad costera de Bata, sinónimo de "mar" en lengua fang, la reconocimos enseguida por su fisonomía, distina en geografía y clima a las poblaciones de la Isla de Bioko, donde están asentados Malabo, la capital y los pueblos de Baney y Lubá entre otros.
Un vuelo mañanero de 45 minutos en un AN 24 nos trajo a este sitio a más de 500 kilómetros al sureste de la capital, sobrevolando el mar del Golfo de Biáfra, para decir que andamos, propiamente, sobre el Continente Africano.

Allí fuimos al encuentro de los integrantes de la Brigada Médica que en Guinea Ecuatorial agrupa a unos 148 profesionales cubanos de la salud entre médicos, enfermeras y técnicos.

Dejamos atrás la silueta de la Isla y a Malabo asentada en su lado norte, en semicírculo bordeando la bahía. Al fondo el Pico Basilé, con su cresta a más de tres mil metros de altura, y su collar de nubes lluviosas rondando por éstos días casi de manera permanente.

Abajo, el bullicio de una ciudad que se despertaba, y donde han transcurrido intensos días de trabajo y experiencias novedosas junto a los médicos cubanos.

A la izquierda, en el continente el Monte Camerún, una montaña de fuego, la única aún activa en la costa africana.

El aterrizaje fue suave, luego de los trotecillos del vuelo, impregnado de salitre y de sol fuerte, para nuestra bienvenida a Bata.

Eduardo el Siquiatra y Chely, la estadística, ambos de la Brigada del continente, fueron a recibirnos, nos acompañaron en el trayecto hasta la ciudad, y en el coche nos faltó tiempo para mirar a un lado y otro, y apreciar lo hermoso que tiene este país africano.


Bata, una ciudad que mira al Atlántico, con unos 70 mil habitantes, se le considera la segunda de importancia en Guinea Ecuatorial. Es la capital económica del país.

Aquí se mezclan la más singular arquitectura andaluza a la que se añade un sello nativo. Con sus ventanas de persianas que se levantan, sus techos de zinc a cuatro aguas, y un tanto mejor trazado urbanístico, con vías relativamente amplias, y un tránsito abigarrado de coches de las más diversas marcas y épocas, muchos de ellos llegados de segunda mano desde Europa.

La costa es sinuosa, lo que le da gran amplitud, con playas de arenas claras que se meztizan con el embate de las olas que arrastran arenas negra del desagüe de los grandes ríos africanos en el Golfo de Guinea.

Abundan las rocas milenarias pulidas de tanta caricia del mar, y en esta época del año las medusas son robustas y urticantes. Pequeños pececillos se acercan a la costa casi virgen, y el oleaje es suave en casi todo el litoral con aguas poco profundas.

La brisa del mar refresca un poco y levantan el polvo de las calles, muchas de ellas aún sin asfaltar. Es mediodía, deambula la gente, infinidad de vendedores, en tarantines o sencillamente sobre el suelo, en pequeñas factorías, en timbiriches cubiertos de zinc y rústicas mesas de madera. Se acostumbra al regateo y es muy difícil saber a ciencia cierta, cuál es el verdadero precio del producto que pretendes adquirir.

Bata es una ciudad que se va puliendo, va creciendo pegada a la costa. Hay un buen número de casas en construcción, aceras, drenajes pluviales, calles nuevas en lugares por donde hace sólo algunos meses corría el lodo y se empantanaban las aguas.

Escasea el servicio eléctrico inestable tanto de día como en la noche.. La oscuridad favorece el picor de los mosquitos, con su carga de plasmodio falciparum, propagando el paludismo a diestra y siniestra.

El agua corriente no abunda en las viviendas, generalmente se abastecen de pozos o de pilas públicas donde se arman interminables colas de adultos y niños que la trasladan hasta sus viviendas .

La explotación forestal y un poco de petróleo que extraen de sus áreas costeras compañías extranjeras, son sus dos principales fuentes de ingreso, pues no existe una tradición ni cultura de los cultivos a gran escala. Se maravilla uno de esta tierra, de una fertilidad asombrosa. Hoy cae la lluvia y mañana están nacidas las semillas.

En general existe una plantación de subsistencia, en pequeñas fincas donde cosechan el plátano, la malanga, el ñame, la yuca, el maní, la piña, o extraen de las palmas el aceite, los productos son llevados a los mercados en cestas tejidas de fibras y el mayor por ciento es para garantizar la alimentación de la familia. El resto de los alimentos se importa generalmente de Camerún o Gabón, y tanto hortalizas como las viandas tienen un elevado costo.

En la región de Río Muni, como también se le conoce a la parte continental del país los médicos cubanos ejercen su labor, tanto en el hospital regional de Bata como en los enclavados en el resto de las provincias, en una batalla sin cuartel, no solo contra el paludismo que allí es endémico, sino contra el parasitismo, la fiebre tifoidea, las anemias carenciales, la desnutrición, y el tétanos.

A la par son preparados los futuros y genuinos médicos guineoecuatorianos, matriculados la carrera de Medicina, en la Facultad de Medicina de de la Universidad Nacional de Guinea Ecuatorial, con un claustro que integraron en sus inicios en una gran mayoría profesores cubanos.

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