jueves, septiembre 15, 2011

Marianela sigue hoy bien su vida de imágenes y colores

Por Marisela Presa
Septiembre 15 de 2011

Hace casi un par de años conocí a Marianela Carrión Núñez, una indomable campesina que reside en la comunidad serrana de San Pablo de Yao, en el municipio granmense de Buey Arriba.

Lo importante esta en  su lucha y afán por la vida, que le permitió, luego de años infinitos de oscuridad volver a disfrutar de la naturaleza y de la luz.

Saber cómo se encuentra de salud y cómo se siente hoy tras haber recuperado la visión, resultó una nueva alegría, pues su historia es digna de conocerse, muchas, pero muchas veces.

Del lomerío vino hace poco a la capital provincial Onelvis Osorio, quien por estos días se desempeña como Presidenta del Consejo Popular en San Pablo de Yao, un sitio donde la naturaleza es pródiga, la gente es sencilla y el amor por hacer resulta algo esencial.

Los preparativos escolares y el nuevo centro educacional mixto que evitará el traslado de estudiantes a escuelas internas y distantes resultó centro de nuestra charla, me contó como preservan allí los servicios inaugurados, y no faltó preguntar por la salud de Marianela.

Tanto regocijo sentí al conocer de su bienestar que rescaté entre páginas de aquella querida charla con esa campesina enamorada de la vida que volvió a nacer, cuando los médicos cubanos le devolvieron la visión.

Precisamente sobre su historia es la propuesta que les invito a leer.

Para Marianela Carrión fue como volver a nacer
Por Marisela Presa Sagué


Durante 40 años de su existencia Marianela Carrión Núñez había vivido en un mundo de sombras.


Desde los dos años padeció de una catarata congénita profunda total, y perdió la visión.

También perdió la totalidad de los recuerdos que hubiera podido tener una mirada infantil.
Sin embargo nunca se dio por vencida. Y la ocasión fue propicia. Precisamente fue en el propio Buey Arriba hace poco menos de un año.

Marianela en su natal Contramaestre visitó médicos y consultas, y todas las respuestas habían sido negativas.
Realmente mucho tenía que ver con el desarrollo de las tecnologías, completamente distintas a las posibilidades que tienen hoy la medicina y la cirugía ocular cubanas.

Marianela ha engrosado las filas de los ya casi millones de personas, que gracias al Milagro de esta Revolución, han recuperado la facultad de ver.

La suya, es una bella historia de amor,  a la vida y por haber vuelto a nacer.

Anda por el lomerío

Marianela anda de un lado a otro del lomerío,


Vino a vivir al municipio de Buey Arriba hace unos 20 años, pero quien vio su casa, como trillaba el arroz, y hacía todos los quehaceres del hogar , jamás hubiera pensado en Marianela era invidente.

Ahora, camina admirada de la belleza del entorno.


Ha celebrado feliz sus 42 años de vida,  sobre todo su último cumpleaños tras haber recobrado la visión.
Tenías alguna esperanza, los médicos, ¿qué te decían?


-Que era una operación imposible porque tenía los ojos compactados, eran de piedra.


Cuando vinieron los médicos de la Operación Milagro yo no esperé a que me citaran, yo me moví. Entonces la doctora que me revisó la visión me dijo que era una cosa imposible, pero yo le dije que aquí no había nada imposible y que yo tenía mucha confianza en los médicos cubanos, y que algún día yo tenía que lograr ver, porque ellos estaban desarrollando la ciencia


¿Y a quien fue el primero que viste?


-A Eduardo, el corresponsal de Buey Arriba, dice Marianela y ríe.

Yo voy a estar con un pulóver rojo, yo soy gordito, y te voy a estar haciendo señas, me dijo, para que te rías. Pero nadie se reía, todo el mundo lloraba, de alegría imagínate.

Cuéntame un poco de ti


-Yo resido hace 24 años aquí en Yao, pero nací y me crié en Contramaestre, fui deportista, estuve becada en la EIDE Capitán Orestes Acosta de Santiago de Cuba, en atletismo, en los años de la década del 70.


Yo era buena en el deporte, pero bueno tuve un accidente en una carrera, cogí miedo y abandone el deporte.

Y luego me dedique a la casa.

Esta mujer, que habla con tanta emoción tiene los ojos húmedos, la tez tostada por el sol, y sonríe con facilidad, y su mirada es feliz. Y cómo hacías las cosas?

-Yo las hacia normal, como cualquiera, porque yo me crié en el mundo del ciego. A mi me enseñaron a hacer de todo en la casa, aparte de eso yo era intrusa como uno dice, yo quería aprender a hacer de todo, y yo lo hacía. Yo trillaba hasta el arroz, por el tacto y cuando se va la corriente yo ando tan normal, y no choco con nada, porque yo se donde tengo cada cosa.

¿Cuéntame, y la recuperación como fue?


-Bastante buena, aparte de eso yo soy un poco disparatosa, yo dije que el organismo tiene que acostumbrarse a las cosas del campo, y me regañaban, porque yo arrancabas yerbas, y me ponía a sembrar. Y estoy sembrando.
Luego de tantos años sin ver, ¿qué te parece la vida?


-Bueno la vida me parece muy maravillosa, porque bueno existen tantas cosas que yo nunca me lo imagine, porque la vida de un ciego, es como decir, salir de la tumba, porque nada de lo que un ciego se imagina existe
¿Qué te impacto, qué cosas más te emocionaron?


-Bueno, la mayoría, casi todas, y sonríe. No se explicarte bien, porque yo todavía no estudie mucho y muchas cosas que me impresionan todavía.
¿Cuando viste a tus hijos que pasó?


Hay eso fue grandioso, y a mi mamá y a mis hermanos, imagínese.


Cuando vi a mi esposo, imagínate, jajaja, por el tacto si lo conocía, pero verlo nunca lo había visto.

Es un hombre muy maravilloso, buenísimo, porque para luchar con un ciego hay que tener un aguante tremendo.

Y mis hijos, muy buenos que me han salido mis hijos. Tengo dos varones y dos niñas.


Lo asegura con mucha emoción.
¿Tenías alguna idea de como eran los colores?


Bueno, yo a veces me imaginaba cómo eran los colores, ¿no?. E incluso hice unos dibujos en casa, en mi mundo de ciegos y se asemejan mucho a como yo me imaginaba los colores.


Yo pensaba que había árboles y otras cosas y eran las casas, como sentía la sombra, el reflejo. Pero no. Es todo diferente, muy bonito todo. Es como volver a nacer.


Marianela en una competencia de atletismo corrió por el carril no acostumbrado, había ocultado su ceguera, estudiaba los textos de memoria con la ayuda de una amiga y siempre tenía una excusa a la hora de leer.


Escribía como ella dice, en la mente.
Auque llegó en segundo lugar en aquella competencia, se salió de la pista, tropezó entre las rejillas y tuvo una lesión en la frente, que le obligó a revelar su ceguera ante muchas personas que aún no lo sabían.

-Mi amiga me enseñó a escribir, cuando me tocaba leer repasábamos mucho de noche, no tenia casi descanso, porque en la escuela de deporte no se descansa mucho, cuando uno quiere lograr algo.


Y entonces y ahí cuado me salí de la pista, se lo dije al profe, no puede ser que tú seas ciega, me dijo, e insistí:
Yo soy ciega Samuel, yo soy ciega. Estaba decidida a ser alguien en la vida, lograr algo.
Y yo, que apenas hace unos días la conocí les aseguro que lo alcanzó.

Venció en aquellos años duros de oscuridad y hoy disfruta la vida en una serranía esplendida hasta donde llegó un buen día también, el Milagro de la visión.
Marianela Carrión


Hoy Marianela mujer disfruta de toda la obra que en la serrana comunidad de San Pablo de Yao está a disposición de su pueblo: Los consultorios recién modernizados, sala estomatológica, laboratorios clínico, pescadería, Video Bar la Plaza, el restaurante, la heladería, la biblioteca, las áreas deportivas, academia de ajedrez, el combinado de servicios, y tantas cosas más que continúan llenando de luz y de alegría la vida de esta sencilla y batalladora mujer.