miércoles, noviembre 16, 2011

No hay nada más importante que la paz

  Por: Luis Carlos Suárez
Bayamo, miercoles 16 de noviembre de 2011

Luis Carlos Suárez

En los días que vivimos no hay nada más importante que la paz. Alrededor de ese fuego de esperanzas que es nuestro diálogo, fraterno, libre, sin fronteras, nos encontramos hoy. Y es hermoso que sostengamos la palabra cuando el mundo se mueve en un espiral de hegemonismo y terror, y la voz de las armas, los tambores que redoblan por la guerra, están silenciando el canto de la primavera, el susurro de la naturaleza, lastimada por el desenfreno y el egoísmo, de quienes en su afán de riqueza y poder, abrieron la Caja de Pandora de donde salen, urgentes y desmedidos, los demonios del crimen y el terror.


Defender hoy la paz, luchar por ella, es amar la Verdad. Y la verdad es hoy “un ciervo herido que busca en el monte amparo”. La Verdad lastimada, maltrecha, quebrada en su raíz, por el imperio y sus acólitos, quienes en sus afanes hegemónicos, tratan de maquillarla, vestirla con otros ropajes, disfrazarla de “democracia”. Pero cada día la máscara es más estrecha y se ve el rostro, cruel inhumano, despótico. Ese es el rostro que están viendo los maltratados del mundo, los indignados, que levantan sus voces, sus cantos de esperanza para culpar en pleno rostro al sistema capitalista, y gritarle no a la mentira, no al egoísmo, no a la miseria de unos muchos, que como Atlas castigados llevan sobre sus espaldas, el poder y la riqueza desmedida de unos pocos. Sobre esos cuerpos corren las limosinas del poder, bellísimas, engalanadas. Por las manos encallecidas, quebradas, de los humildes de esta tierra, surcan los yates de ensueño llevando a los sonrientes, a los urbanos, a los poderosos que ríen porque les está permitida la risa, la risa cara, perfumada, mientras un indigente en New York o Roma se guarece en un rincón y se cubre del frío con las noticias del mundo.


Luchar por la Verdad es hoy una misión sagrada, como ir, Argonautas esperanzados, a la conquista de un Vellocino que no es de oro y sí de dignidad y que se llama Paz, Justicia, Libertad, Decoro, Dignidad.


Los cubanos amamos la paz y hemos aprendido que más allá de nuestra paz doméstica, se encuentra la de todos los hombres del mundo sin distinción de razas, credos políticos, filiación religiosa, diversidad sexual. Martí nos enseñó que no podíamos ser como el aldeano vanidoso y que “Patria es Humanidad”. Esa creencia irrebatible, alentada con toda la energía y el talento por Fidel y su contribución innegable a la defensa de la justicia, se ha enraizado en nuestras vidas y anda repartida- como diáspora de amor y dedicación al ser humano- en todos los continentes, de la mano de nuestro personal de la salud, maestros, constructores, profesionales de todas las áreas, entregando lo que aprendimos, a pesar del inhumano bloqueo que es hoy el más extenso al que se ha visto sometido un pueblo, solo soñar con la libertad y haberla conquistado, pagando un precio elevado con la vida de sus mejores hijos.


Carlos Eduardo Medina, intelectual boliviano anota en un artículo titulado “A precio de sangre y luto” lo siguiente: “Sabemos que insistir en la dignidad nos puede llevar trabajosamente a lugares de mucho dolor. Pero también sabemos que es mejor ese dolor que la vergüenza de ser indignos.”


Nosotros hemos “insistido en la dignidad” y por eso se nos agrede. Pocos pueblos en el mundo han sido tan duramente castigados como el cubano solo por abrazar el sueño de la Libertad.


A Cuba se le hace padecer por haber conquistado su autenticidad como nación, sin mediatizaciones, sin enmiendas, sin entreguismo.


La mayor potencia del mundo nos quiere de rodillas y sabemos que solo pactará si doblamos la frente, si tomamos el camino que nos ofrecen y que tiene la aborrecible forma de un yugo. Pero los cubanos hemos decidido no ser el manso buey y tomar en nuestras manos la estrella que ilumina y quema.


Hermanos que nos reunimos alrededor de la hoguera de nuestro pensamiento y nuestras palabras, ahora más que nunca necesitamos unirnos en un haz de voluntades para conquistar nuestros mejores sueños y defenderlos frente a la mentira y la prepotencia de los que anhelan diluir nuestros destinos en las turbias y malolientes aguas de la manipulación mediática y la injusticia. Hoy, más que nunca, tenemos que ser voz, canto, verdad, aunque nos quieran silencio, indiferencia, individualismo, apatía, olvido.


Pero, ¿cómo ser olvido si hemos visto un niño iraquí mutilado en la noticia, sin sus piernas, sin sus brazos, con un por qué convertido en mirada de asombro y tristeza? Si nos ha golpeado la imagen terrible de una familia Libia sacada de los escombros, mientras sus muertes son bautizadas con el nombre engañoso y ofensivo de “daños colaterales “o cuando se justifica el crimen hablando de la existencia de armas inteligentes, selectivas. Como ser indiferencia si las guerras se han utilizado como una de las escalas principales para ascender hacia el dominio de las riquezas de otros territorios. ¿Cómo la muerte, el crimen, pueden convertirse en sostén de las economías? ¿Cómo mirar al otro lado cuando al pueblo palestino se le está negando al derecho de existir como pueblo y se castiga a la UNESCO por reconocer sus derechos?

¿Cómo ser apatía si Posada Carriles sigue posado sobre su crimen, mientras el avión de Barbados con nuestros deportistas está cayendo todos los días en el alma de este pueblo que no los olvidará a pesar de los años, y nuestros Cinco Héroes sufren una prisión injusta por defender a la Patria del terrorismo?

El pueblo cubano siempre abraza estos encuentros, este diálogo fraterno en defensa de la Paz y ha tenido que forjarse una Cultura política, muy necesaria para enfrentar los desafíos que nos impone la injustica y el hegemonismo imperial. Los cubanos no nos confundimos y conocemos dónde vive la verdad y sabemos distinguir entre los pueblos y los procederes de los gobiernos y de los sistemas. Los cubanos a pesar de las agresiones nunca quemamos una bandera norteamericana y sentimos admiración y respeto por el industrioso, creativo y tenaz pueblo norteamericano que siempre ha estado al lado de las causas justas y también sufrimos consternados por el crimen horrendo del 11 de septiembre


Por eso hoy repartimos nuestra voz junto a la de todos los hombres del mundo que luchan por la verdad y la justicia, por eso hoy estamos aquí como lo quería Martí “con todos y para el bien de todos”, siempre con el sueño de que un mundo mejor es posible, un mundo donde reine la paz y todos los hombres del mundo se unan en un abrazo eterno, sin fronteras.

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