jueves, diciembre 01, 2011

En Granma a las Coloradas cada amanecer del 2 de diciembre

Por Marisela Presa
Diciembre 1  de 2011 


Réplica del Yate Granma en Las Coloradas, Niquero
La noche ha sido bulliciosa
Por la carretera desde Niquero y hacia Las Coloradas se desplazan los vehículos. Camiones, ómnibus, bicicletas, y los más osados, hacen en la madrugada , el trayecto a pie desde los barrios aledaños.

La carretera tiene ondulaciones carcomidas por el tiempo. En los laterales, de tramo en tramo, los mangales que se han ido recuperando luego del paso por la zona del huracán Dennis, y si son las viviendas, viven la mejor etapa de sus vidas.

Modernas, confortables, con sus techos de zinc o fibro relucientes, de bloques o ladrillos sus muros y hasta las petrocasas donadas a los vecinos de la zona, para dar respuesta a la gran destrucción de dejó el huracán a su paso.

Por ese camino hacia las Coloradas también se aprecian los nuevos restaurantes campestres en forma de caneyes,  una tradición aborigen, con comida criolla, taburetes y mesas de madera dura, bebidas frías y gente gentilísima que te atiende y sonríe.


Los jóvenes reeditan la epopeya

Es un tramo emblemático que desde hace un montón de años se recorre con amor, para llegar hasta el Monumento Nacional Desembarco del Granma. Así pasan ante la Base de Pioneros Exploradores Marinos, y más adelante ante  la Base de Campismo Las Coloradas, con sus cabañas, su mar y sus caletas acogedoras.

Llegan jóvenes y adultos desde todas partes del municipio,  la provincia y hasta de otros sitios de Cuba, porque se hace necesario conocer del lugar por donde entraron los Expedicionarios del Granma encabezados por el joven Fidel Castro, hace 55 años.

Desde la base monumentaria, donde bajo techo se conserva un réplica del Yate Granma, se llega hasta la construcción, que en forma de rifle,  sirve de referencia al conjunto Monumentario y de escenario, en sus altos, para los actos y conmemoraciones.

En los bajos de la edificación una cafetería singular de largo mostrador de mármol oscuro, con variadas ofertas, sobre todo un café criollo, caliente , que se bebe con gusto en la fresca madrugada. Le sigue la pequeña y perpetua sala que sirve como museo para objetos y piezas originales de aquel momento histórico.

A pocos metros, también conservada, la vivienda del primer campesino que los expedicionarios encontraron en la zona luego de atravesar el manglar y donde bebieron agua y consiguieron los primeros magros alimentos.

Los cocoteros abundan ahora en el entorno y hacia la costa, enfilando al Golfo del Guacanayabo, comienza el trillo entre el mangle, la cortadera y los cangrejos colorados, que va luego de más de un kilómetro de trayecto hasta el propio sitio de Los Cayuelos, por donde aquella madrugadas de 1956 encayó el Yate y se tiraron al agua los expedicionarios.

Ahora  el pasillo de hormigón de poco más de un metro de ancho, marca el sendero por donde, cada madrugada del 2 de diciembre, marchan hacia el escenario histórico cientos de personas.

Aún rondan los mosquitos y jejenes del amanecer, las raíces del manglar están llenas de agua pardusca y las cortaderas crecen entre la vegetación, pero es necesario visitar el lugar.


Apenas con algunas linternas, a paso apresurado y un guía experto, se hace el trayecto. Andan abrigados porque ya en diciembre hace un poco de frío en la madrugada, y en algunos años más todavía, pero el retorno es cálido.


Se llega a tiempo siempre para asistir a la reedición del Desembarco, alguna nave de pescadores niquereños o manzanilleros llega ,hasta el pequeño muelle de madera ,trasladando a la nueva generación de expedicionarios.

Que alborozo. La marea está alta. Cuidado , dicen las voces.
Y los jóvenes destacados por sus metas en el estudio, el trabajo o la defensa, saltan al agua por la borda del Ferro, para probar la frialdad de las aguas de los Cayuelos, las raíces de mangle, el lodazal bajo las botas, cual insignes guerrilleros.

Vienen vestidos de verde olivo. En sus  cabezas las gorras de campaña y en sus manos en alto los fusiles de combate y a la espalda las mochilas para la expedición.

Hay emoción en todos los rostros y en el amanecer de voces juveniles se entona vibrante el Himno de la Patria…..! Al combate corred bayameses!…..

De nuevo a la marcha. Ahora los nóveles recorren el tramo acompañados, y allí en el monumento perpetuo a los héroes del Granma, cuando el sol todavía apenas se vislumbra por el horizonte, comienza el homenaje.

Cantos, poesías, danzas, mensajes, flores, pasión y amor unidos. Y mucho más, pues en el transcurso de estos gloriosos años también vinieron en oportunidades jóvenes mexicanos, reeditando el TUXCO, desde Tuxpan en la tierra azteca, para traer a Cuba la solidaridad de estos tiempos.
Amanecer en Las Coloradas
Amanece en las Coloradas. Sobre las hojas de la arboleda se concentra el rocío y el sol se levanta orgulloso al ver en ese sitio, altar de la Patria, a la nueva pléyade de cubanos y cubanas rindiendo homenaje a sus héroes y a sus mártires y confirmando que como el Granma, la Revolución continúa navegando perpétua, hacia el futuro.


Emblemático Quinteto Rebelde

Los periodistas hemos disfrutado de la jornada, es tanta la emoción.
Aquí hemos venido años tras año.

Desde la jornada anterior,  somos testigos presenciales de la historia, y los equipos listos para hacer la  trasmisión desde el sitio. Es de madrugada, los textos están en nuestras mentes porque todavía no se puede leer en la penumbra del amanecer.

Comienza la trasmisión y ya estamos en el aire. Nuevas y novedosas historias que contar desde las Coloradas para las estas generaciones que se nutren de  imágenes,  vividas y renovadas.

Cada kilómetro recorrido es un como la sabia que nos nutre, como la patria que nos reclama.








 

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