viernes, diciembre 02, 2005

María Karla de mi corazón


Por Marisela Presa Sagué

Una sonrisa de niña feliz está impresa en la foto llegada desde Cuba, el 21 de mayo María Karla cumplió siete meses, papá, en Guinea Ecuatorial, muestra con ese orgullo primerizo su retoño.


Ambos se parecen mucho y con el tiempo María Karla estará también muy orgullosa de papá Luis. Ahora él con su bata de médico, sus microscopios y centrífugas, anda por las tierras de Africa dándoles a otros niños la seguridad en la vida que tiene en su Cuba amada, la niña de sus sueños.
Su mirada perspicaz va en busca del plasmodium falciparum, cuenta y recuenta los glóbulos rojos, y revisa cada muestra de sangre con minuciosidad, porque en ellos se esconden el virus del VIH Sida, casi epidémico en Guinea Ecuatoria, como en la mayoría de los países africanos, y allí se presume que del casi medio millón de personas que tiene el país, unas diez mil personas pueden ser portadoras de la terrible enfermedad.


El médico cubano Luis Manuel García Niebla es oriundo de la provincia cubana de Holguín, son siete los hermanos, y cinco de ellos están vinculados a la medicina. Él buscó su especialidad en el Laboratorio y la Hematología y antes de su partida hacia Guinea Ecuatorial en febrero del 2001, se desempeñaba además como subdirector técnico del moderno hospital Clínico Quirúrgico Lucía Iñiguez de Holguín.
Hay varios propósitos en este joven de 33 años, y entre los más abarcadores está la propuesta de crear un Banco de Sangre en Guinea Ecuatorial, indispensable para poder realizar transfusiones sin riesgo. Así se proyecta el doctor Luis en sus investigacions y propuestas en el Hospital Loeri Comba, del Instituto de Seguro Social donde trabaja, como parte de la colaboración cubana a través del Programa Integral de Salud

"Apenas ahora determinamos el grupo y el factor, nos contó , hemos incorporado además la detección del VIH, pero hay otras enfermedades cuyo vehículo es la sangre, indispensable conocerlas antes de realizar una transfusión, pues más que aliviar un problema, se origina otro, muchas veces peor".

"En mi práctica pienso que se han de hacer las cosas bien, con decisión, para que un examen sea acertado, así de manera más rápida puede aplicarse un tratamiento y el paciente no es sometido al estrés de una nueva prueba".

"En hematología casi siempre las enfermedades son graves, -me dice evocando a una de sus especialidades, a la que le dedica tiempo y estudio sistemático-, aveces los tratamientos son muy fuertes y es el deseo de la persona que lucha por la vida lo que ayuda a que salgan de la recaída".

"Recuerdo un paciente con una leucemia, que traté cuando realizaba la especialidad en La Habana. Luego lo seguí atendiendo en Holguín. Era un joven y había tenido varias recaídas. Aplique los sueros citostáticos y el paciente salió de esa crisis. El paciente se enamoró, hizo un matrimonio y esperaba un hijo cuando tuvo una nueva crisis. Cuando nació su hijo estaba ingresado. Salió de esa recaída, pudo estar con su hijo tres o cuatro meses hasta que falleció. Por eso te digo, si no le hubiera puesto el tratamiento fuerte él nunca hubiera podido ver a su hijo".

Los gorjeos de María Karla le llegaron en un pequeño casete, casi dice papá, y las fotos van siendo numerosas, algunas en postales y otras digitalizadas que reproduce una y otra vez llenando las puertas del armario, entre sus papeles de la consulta, y dentro del libro más cercano.

Acá en Guinea Ecuatorial Luis se estrena en el tercer domingo de junio, día de los padres, cumple su primera misión internacionalista, y la experiencia de este agreste país africano será seguramente un capítulo importante en el ejercicio de su profesión.

Luisin, para todos sus amigos, no es de mucho hablar, pero cuando lo hace es mesurado y lógico, profundo y humano, sonríe y se le achican los ojos y casi rasura su cabello negro y fino, donde las entradas de las sienes ya van marcando el tiempo.

Su origen campesino se le ve a la legua, come guayabas verdes, trepa a la mata de mango, y se sienta sobre el techo de la casa acá en Malabo, para disfrutar del murmullo de las aves y de la última carta llegada de Cuba.

En el hospital los técnicos le respetan, ha establecido la disciplina, llega puntual al laboratorio, asesora, da clases, y entre tiempo y tiempo libre, se ocupa en recuperar equipos electrónicos indispensables para el mejor funcionamiento del área.

"Mira, para poder ofrecer diagnósticos acertados también hemos establecido el control de la calidad en el laboratorio", de cada prueba, de cada técnica, de cada reactivo, esta es parte de la disciplina que les trasmito".

Bruñida la tez, la mirada de ojos grandes y la sonrisa pronta de Mercedes, y el simpático saludo de Leocadia, dos de las técnicas del laboratorio del Loeri rompen la tensión de la llegada, afuera el calor es húmedo, y sobre el Pico Basilé, que domina a la ciudad, se van agolpando las nubes con el anuncio inminente de un estrepitoso aguacero.

Tal vez me pida que no cuente, lo de la torcedura del pie haciendo prácticas de deporte, que lo retuvo unos días en casa, o de los malestares que le originó la quinina en su primer paludismo. Pero si les podré decir que es un joven lleno de sueños, que ama a su familia, que cuando habla de su gente, de su hospital, de su trabajo, es feliz.

Ya casi al arroz no le queda duro, y por la ventana sale el aroma de la sazón, sabe que en Guinea Ecuatorial su labor es importante y a ella se entrega con la pasión propia de su profesión, pero al hablar de Cuba, hay un brillo especial en su mirada y evoca un sencillo nombre de mujer: María Karla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Aqui estamos